La crisis en el sector de la aviación, provocada por los atentados terroristas en Nueva York en 2001, crea problemas a Bombardier, el grupo matriz canadiense. La recesión económica general, junto con el aumento de los costes de seguridad y la bajada en la demanda, provoca pérdidas y medidas de ahorro en las compañías aéreas. La mayoría de las compañías aéreas no pueden permitirse comprar nuevos aviones o ampliar el número de destinos. De modo que Bombardier, tercer mayor constructor de aviones del mundo, decide vender en 2003 su sección de ocio a un grupo inversor privado. A esta sección pertenece, además de las fábricas en Canadá, EE.UU. y Finlandia, la fabricación de motores en Gunskirchen. Los nuevos propietarios, entre ellos la familia Bombardier, reúnen el diseño de vehículos y de motores bajo un mismo techo, a saber, en la recientemente fundada BRP (Bombardier Recreational Products).

La sede de Rotax en Gunskirchen es ahora la única responsable de toda la producción de motores de la BRP-Recreational Products. La producción se concentra aún más que antes en los sistemas de propulsión premium. El objetivo es afianzar el papel de pionero en todas las áreas.