El año 1975 marca el fin de una era. El durante muchos años director general, Helmut Rothe, dimite y, con ello, finaliza un capítulo de la historia de Rotax en el que este ha jugado un papel primordial durante más de tres décadas. De origen humilde, este alemán nacido en la región de Sajonia finaliza su formación como cerrajero de taller y hace carrera en Fichtel & Sachs, donde más tarde asciende a jefe de taller. En 1945 se convierte en gerente de la Rotax-Werk en Wels (Austria) y marca la reconstrucción de la empresa con su habilidad y compromiso. Con pocos empleados demuestra su buen olfato en cuestiones técnicas y económicas. Bajo su dirección, Rotax se convierte rápidamente en el principal productor de motores de vehículos agrícolas. Con él conquista Rotax, además, nuevos sectores de productos, consigue los primeros éxitos en el deporte del motor y establece los vínculos necesarios con socios internacionales. Su talento para los idiomas (habla inglés, italiano y francés, además de alemán), junto con su habilidad para negociar, hace que consiga concluir numerosos contratos. Bajo su dirección, Rotax se convierte en una empresa sólida y reconocida internacionalmente. Sus colegas y empleados admiran su dedicación, su intuición para la economía y la producción, así como el hecho de que represente el espíritu de Rotax. Leopoldine Hummelbrunner recuerda: «Para él, el espíritu de Rotax significaba cohesión, y que podíamos conseguir cualquier cosa». Tras su dimisión en 1975, Karl Pötzlberger se convierte en responsable único de la sede de Gunskirchen.  

Karl Pötzlberger nació en Wels y, en 1949, ingresa en Rotax. Comienza su ascensión en la administración general, para luego cambiar a la sección de relaciones laborales y de exportaciones. Aquí es el principal responsable de la exitosa colaboración con Joseph A. Bombardier, y se convierte en un estrecho colaborador del empresario canadiense. En 1970 es nombrado director general en Gunskirchen. «Karl hablaba muchos idiomas. Era nuestro intérprete. Para mí, Rotax forma parte de mi familia», recuerda Laurent Beaudoin, CEO de Bombardier, sobre Pötzlberger. Su entrega incansable (su colega Gerhard Niederwinner lo recuerda en la entrevista como un «verdadero adicto al trabajo) hace que Rotax pase de ser una empresa eminentemente nacional a una verdadera empresa exportadora. A los primeros encargos desde Italia o Francia se les unen más tarde encargos desde Canadá y Asia. Pötzlberger era afable, sencillo y humilde. Alfred Holub, antiguo jefe de personal de BRP-Rotax, recuerda una anécdota sobre el director general de Rotax: «Era un hombre muy sencillo, por ejemplo para vestirse. Cuando iba con él a la cámara de comercio, todo el mundo pensaba que yo era el jefe, ya que yo llevaba mi maletín y Pötzlberger iba a menudo vestido de manera informal. (..) Me acuerdo de otra anécdota: yo tenía una chaqueta. Un día salí del trabajo y, cuando volví a mi puesto, no encontré mi chaqueta. Pötzlberger vino y, al verlo, pensé: ¡qué elegante va hoy! Entonces me di cuenta de que él llevaba puesta mi chaqueta. Pötzlberger me explicó que Hermann Withalm, por entonces subsecretario de estado, había venido sin avisar, y que solo tenía una camisa, por lo que cogió prestada mi chaqueta. De modo que, durante un tiempo, compartimos chaqueta».