La situación económica tras la Primera Guerra Mundial es cada vez más precaria. Aunque Gottschalk mantiene una buena cartera de pedidos, las condiciones de entrega, los costes de producción y las cargas fiscales son percibidas, ya a mediados de los años veinte, como muy negativos. El mundo está al borde de un gran cambio tecnológico. Esto es algo que notan tanto las pequeñas como las grandes empresas. Pero a estas últimas les resulta más fácil vivir de sus reservas. En esta categoría entra Fichtel & Sachs, el principal competidor de Rotax. La empresa con sede en Schweinfurt (Alemania) no olvida su principal mercado, el sector de las bicicletas, pero al mismo tiempo reconoce la importancia que va a tener en el futuro la motorización de las personas. Antes de que se produzcan estos cambios, Fichtel & Sachs se coloca en una posición de mercado favorable frente a sus competidores. Rotax va debilitándose poco a poco. A finales de la década hay ya simpatizantes de Sachs en el consejo de administración de Rotax, de forma que consiguen convencer al fundador de Rotax, Friedrich T. Gottschalk, de las ventajas de la adquisición por parte de Fichtel & Sachs.

Tras el debilitamiento llega la adquisición. En 1930 la Rotax-Werk AG entra en el universo de Sachs. Sin embargo, Fichtel & Sachs titubea ante una adquisición y fusión completas. La patente de Rotax, por una parte, y la fama de la marca Rotax, por otra, parecen traer más ventajas consigo que la integración total. Rotax pertenece ahora al imperio de Sachs y la producción se traslada progresivamente a Schweinfurt. Lo que al principio parecía ser una medida de protección, acaba debilitando cada vez más las actividades de Rotax.