Tras el final de la Segunda Guerra Mundial hay que reestructurar el saber hacer y los trabajadores cualificados dentro de la empresa. Es por ello que, a principios de los años sesenta, la empresa empieza a poner el foco en la formación de aprendices. La empresa sabe que resulta atractiva para los jóvenes, ya que es uno de los mayores empleadores de la región. Se institucionaliza la formación dentro de la empresa. El edificio de oficinas se amplía y se añaden dos bancos de trabajo para posibilitar las clases. Esta formación dura tres años y medio, y proporciona información importante sobre todos los aspectos y secciones de la empresa, desde la construcción de herramientas y la mecánica, hasta el temple, pasando por la fragua, construcción de cilindros y la sección de engranajes.